UN DIA LARGO, EN EL QUE REAFIRMAMOS EL SENTIMIENTO

Editorial 30 de agosto de 2022 Por Marcelo Casanova
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Sí, como dijo la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner fue un día muy largo. Un día, que apenas nos fuimos enterando en las primeras horas del sábado, que el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta había vallado los accesos a su domicilio por la calle Juncal en el barrio porteño de Recoleta, se preveía que algo no iba a estar bien.
Las innumerables plazas, caravanas y marchas programadas a lo largo y ancho del país en defensa de Cristina ante el intento de proscripción que ya tiene planificado la Justicia Argentina, en complicidad con la derecha y los intereses externos provenientes del Norte del continente americano, como ya ha sucedido en los países hermanos de Brasil, Ecuador, Bolivia y Honduras fueron desarrolladas absolutamente en paz, excepto en Buenos Aires. Allí, algunas fueron suspendidas al tomar conocimiento de lo que pasaba en el domicilio de la Vicepresidenta, sitiada literalmente por la policía de la Ciudad y eso determinó que el epicentro de las acciones se trasladaran hasta ese lugar.
El sector poderoso, oligárquico, ambicioso y macabro de la sociedad más conservadora a lo largo de la historia Argentina, siempre trató de imponer sus intereses a como dé lugar, a fuerza de Golpes de Estado, persecuciones, proscripciones, amedrentamiento y con violencia hacia las clases trabajadoras como forma de disciplinamiento. Eso desde la irrupción del Peronismo en los albores de la década del 40’ le ha costado mucho más trabajo a esta detestable clase social. Pero no fue por la mera aparición de un coronel llamado Juan Domingo Perón. Él fue el estratega de una cantidad innumerables de acciones que le dieron derechos, dignidad, reconocimiento y fortaleza espiritual a la clase trabajadora. Ese proceso fue acompañado sin dudas, por la abanderada de los Humildes, la gran Evita, que adoctrinó e instó a los trabajadores a que siempre acompañen a Perón.
Esas banderas, ese agradecimiento eterno por haber sido incluidos dentro de la sociedad como personas, con derechos como el resto, fueron cruciales para sostener al Gobierno en esos diez años de bonanza y distribución de la riqueza. Pero la derecha se organizó nuevamente, y en complicidad con los sectores civiles opositores y las fuerzas armadas que tres meses antes habían bombardeado a su propio pueblo, lograron el objetivo de derrocar a Perón. Lo proscribieron durante 18 años, prohibieron su nombre, la marcha, los libros, comenzaron a eliminar a partidarios del peronismo, como en la masacre de José León Suarez. Tuvieron que pedirle que regrese de su exilio para ordenar la crisis que atravesaba el país, pero las condiciones no eran las mejores. Estábamos inmersos no solo en una crisis económica, también política. La interna dentro del peronismo, para ver quién era más leal a Perón, o quien tenía su representación durante su ausencia en el país nos llevaron a una sangría de dirigentes de todos los sectores. La cruel disputa entre la denominada burguesía sindical y la juventud peronista de entonces tuvo sus años oscuros. Las persecuciones al peronismo nunca cesaron desde el ámbito castrense en connivencia con los civiles lo que se traducía en muertes y más muertes de compañeros de diversos sectores, no solo del Peronismo, sino de izquierda, comunistas y agrupaciones guerrilleras. Y si bien Perón tuvo su tercera presidencia, poco fue lo que pudo hacer en beneficio del pueblo y tras su muerte la situación se agravó aún más. El golpe cívico-militar-eclesiástico de 1976, aniquiló a toda una generación con sueños de cambiar la realidad que no pudo cumplir. Esos sueños se truncaron por miles, hasta el regreso de la democracia. Pero tuvimos que pasar 20 años de democracia, débiles por cierto, con el temor latente del regreso de algún intento de golpe de Estado, que no tuvo éxito porque le pueblo dijo basta.
Era el año 2003 cuando un cuasi desconocido Néstor Kirchner asume la presidencia tras el renunciamiento de Carlos Menem a competir en el Ballotage del cual no iba a salir airoso. Desde ese 25 de mayo de 2003 hasta el 9 de diciembre de 2015, la Argentina tuvo con Néstor Kirchner, y luego con los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, doce años y medio de logros, conquistas colectivas, derechos reconocidos a través de leyes, estatización de empresas que habían sido privatizadas, generación de puestos de trabajo, los salarios más altos de América Latina, siempre por encima de los índices inflacionarios y todas esas acciones llevaron a la gente a vivir en condiciones dignas.
El pueblo argentino tiene memoria, sabe de luchas, de reivindicaciones, reconoce en Cristina a una líder natural del peronismo, más allá que hasta hace no mucho tiempo algunos propios consideraban alejarla del actual Presidente, como si no hubiese sido ella la armadora del proyecto para el retorno del peronismo al Gobierno, la que decidió que Alberto Fernández encabezara la fórmula presidencial, tras la nefasta gestión de Macri.
Llegó la hora en que algunos detractores entiendan que nunca hubo un peronismo sin Perón, como tampoco puede haber ni habrá un verdadero peronismo, sin Cristina. El peronismo más conservador, los nucleados en un tibio sindicalismo, los que encabezan algunos movimientos sociales, deberán dejar de lado sus creencias e intereses personales luego de la apabullante demostración de un pueblo que no está dispuesto a entregar su líder a ninguna corporación cipaya antipatria con la complicidad de un ultra sospechado Poder Judicial.
En estos últimos días, Cristina demostró, no por pedirlo, ni incitarlo siquiera, que es la única dirigente política de la Argentina con la que una gran parte del pueblo se siente identificado, agradecido, que le genera emoción, amor, y fidelidad. Eso es posible, si y solo sí porque Cristina Fernández de Kirchner a lo largo de su vida política pensó y trabajó por una mayoría que es la que más necesita, se enfrentó sin ningún temor a los grupos concentrados de poder de la Argentina, y a pesar de ser estigmatizada, perseguida, enjuiciada con causas y argumentos obscenos, sin pruebas o lo que es peor, inventadas, sigue adelante sin tenerles miedo.
Y ante el incipiente y vergonzoso accionar judicial, de un grupo de jueces y fiscales corruptos, avalados por el poder político opositor, con el brazo ejecutor de esas acciones proveniente de los Estados Unidos, como sucedió en otros países hermanos, el juicio de la causa Vialidad, ya tiene sentencia aunque aún no se conozca, según lo plantea la propia Cristina, porque hay una realidad que no puede soslayarse. Argentina es un territorio en disputa permanente, entre los EE. UU que siempre tuvieron preponderancia en América del Sur, pero con dos fuertes competidores que son Rusia y China, con una expansión agigantada en los últimos 20 años. Esto nos torna un país frágil máxime si no existe una posibilidad de respuesta militar ante algún suceso en particular.
Frente a este panorama, el país del Norte pretende inclinar la balanza a su favor, y lo que no puede lograr con gobiernos “amigos” que responda a sus intereses, como fue el caso de Mauricio Macri cuando le tocó gobernar y nos dejó una deuda impagable a mas de cien años y otra con el FMI, por autorización expresa de los EE. UU. para conservar el poder, que no pudo concretar, trata de hacerlo mediante otros mecanismos como son el Lawfare, que es la persecución mediática-judicial a líderes populares para allanar el camino a las derechas locales y así satisfacer sus apetencias.
Esta es la verdad de lo que pasa actualmente en la política argentina, un Poder Judicial absolutamente viciado de nulidad, corrupto, sospechado, con una pésima imagen, alineado con el sector más rancio de la derecha, que posee el poder real del país, intentan proscribir a la líder política más grande que ha dado este país en los últimos 60 años, pero sin tener en cuenta que esa líder es Peronista y del pueblo. Y el peronismo no conoce de claudicaciones. Pudieron callarnos, prohibirnos, perseguirnos, asesinarnos, desaparecernos, que no cantemos la marcha, robarse el cuerpo de Evita, las manos de Perón, proscribirnos durante 18 años, pero lo que no pueden hacer es que no tengamos sentimientos. Y ese sentimiento es el amor, el amor por Cristina, la pasión y la emoción de escucharla, verla y darle nuestro agradecimiento como forma de protección. Porque ya lo había dicho Néstor, que el Amor vence al odio, y recuerdo como si fuera hoy ese último acto en su Río Gallegos natal en octubre del 2010, donde nos dijo que cuidemos a la presidenta Coraje. Fue un anuncio de su despedida, dejando un legado y una misión que como militantes de un proyecto nacional que incluye y distribuye la riqueza para que el pueblo sea feliz, debemos y tenemos la obligación de acompañar a Cristina. Paradójicamente fue un 27 de agosto, el día de la Radiofonía argentina. Como presagiando que a pesar del poderío de los medios hegemónicos, las operaciones, los armados judiciales y todas las difamaciones posibles, el pueblo les dijo que el límite es Cristina.
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