LA PELIGROSA Y FALSA LIBERTAD LIBERTARIA


Nuestro país transita por un sendero muy peligroso, mayor aun del camino sinuoso que nos ha tocado atravesar desde la lejanía de aquella Revolución de mayo de 1810.
Siempre hubo diferentes posturas, planteos, posiciones y objetivos de país opuestos, desde Moreno y Saavedra, Rosas y Lavalle, los caudillos federales y los unitarios porteños, la onerosa deuda tomada por Rivadavia que terminó de cancelar cien años más tarde Juan Domingo Perón, entre el Irigoyenismo popular y la oligarquía que finalmente lo derrocó transitando la primer década infame. La Argentina transitó esos períodos mayormente dominada por un sector terrateniente, opulento, poderoso, ambicioso y aglutinador de grandes riquezas. Solo en algunos lapsos de tiempo, se puede afirmar con certeza que el pueblo vivió con un poquito de mayor distribución de esas ganancias y disfrutó de derechos obtenidos por reconocimientos a la clase obrera, que hasta mitad del siglo pasado eran imposibles de alcanzar.
Esas visiones de país antagónicas, nos llevaron al abismo de una dictadura tras otra, ya que por la fuerza y las armas se obtenía lo que no podían con la legalidad de los sufragios. Así llegamos a la más sangrienta y devastadora dictadura de 1976, callando con fusiles a la población, aplicando un plan económico que aniquilaba el crecimiento y la producción nacional, llevándonos a una guerra con jóvenes que dejaron su vida en Malvinas, por querer perpetrarse en el poder. Iniciaron una aventura que terminó muy mal para nuestros soldados, muchos inexpertos pero con una gran valentía para defender su tierra, recuperada de forma efímera tras más de un siglo y medio de usurpación.
Nuestra historia como país se debate en esas antípodas. Entre un país para un minoritario sector o uno equitativo digno de vivir para todos los que quieran habitarlo.
Lo que debemos replantearnos como sociedad es si se puede pensar en una Argentina con libertad, cuando existen dirigentes negacionistas y entreguistas como Bullrich y Milei, una que no repara en regalar las Islas en la que existe sangre derramada de soldados argentinos y el otro ferviente admirador de la primer Ministra que dio la orden de hundir el crucero General Belgrano. ¿Puede haber argentinos que sigan a estos nefastos personajes que no tienen el más mínimo respeto por quienes ofrendaron su vida por la Patria? No obstante, cada año en vísperas de un nuevo aniversario del 2 de abril, vemos a cipayos locales que reciben a estos dirigentes nacionales, como grandes pensadores para gobernar la Argentina, golpeándose el pecho al lado de nuestros héroes como si en verdad les importara. No son más que impostores que declaman una falsa libertad, porque no dudarán un minuto en entregar, no solo la soberanía de nuestras Islas Malvinas, sino que las políticas de relaciones exteriores, como ya lo han demostrado y anunciado son la de continuar siendo un gallinero sucio y abandonado de los EE. UU, al que solo le darían migajas para subsistir, a cambio de saquear los más preciados recursos que poseemos como el petróleo, el agua y el litio.
¿Puede un Milei hablar de libertad incitando a la población a estar armada y hacer justicia por mano propia, hablando en favor de vender órganos a un ser humano en nombre del libre mercado? ¿Puede hablar del derecho a la propiedad privada cuando atenta contra cualquier regulación del Estado? ¿Quién controlaría la anarquía que plantea este energúmeno incrustado en la política? a la que denomina casta, pero que la utiliza para llegar donde sus viles intereses lo inducen. Es a través de la política, de la democracia, del valor de las instituciones que se puede salvar el país y transformar para bien la vida de todo un pueblo. No con los violentísimos discursos odiadores, no es con la complicidad judicial que avala persecuciones, hostigamientos y denigrando a un sector político que actúa en beneficio de las mayorías. No es con un falso slogan de libertad, si cuando estuvieron en el poder nos endeudaron esquilmando la libertad de decidir nuestras propias políticas económicas. No es con ausencia del Estado que se sale adelante, como se demostró en plena Pandemia, el mundo entero necesitó de esos Estados para salvaguardar a los sectores privados.
Siempre hubo grieta en la Argentina, no surgió desde inicio del siglo XXI, viene desde antes que seamos una Nación conformada. Hay visiones de un país diferente que siempre estuvieron, sin embargo en estos tiempos es mucho mayor el peligro que transita la Argentina. A riesgo de caer nuevamente en manos de una derecha radicalizada, extrema, que conculca derechos, los avasalla, reprime a la población, la oprime con decisiones de política económica antipopulares, endeuda sistemáticamente por generaciones y con un contexto internacional donde nuestro país es un territorio en disputa entre las grandes potencias de Oriente y Occidente.
EE UU, China y Rusia están en conflicto por la hegemonía mundial, y la Argentina es un trofeo digno de alcanzar. Está en los propios argentinos y argentinas regalar nuestro futuro o posicionarnos como un país de abastecimiento de recursos al resto del mundo y satisfacer las necesidades propias sin tener que endeudarnos. En esa visión de país, existen los entreguistas y los que piensan una Argentina más igualitaria.
Está en nuestras manos, la decisión que querramos tomar. El voto en democracia seguirá siendo la herramienta para torcer el destino. Deberemos pensar seriamente, no solo con la economía que nos ha golpeado por diversas circunstancias, como el macrismo que tanto daño causó, la pandemia, la guerra en Europa, la incapacidad de un gobierno que no supo o no quiso actuar en defensa de su población priorizando a sectores más que pudientes y acordando con el FMI el pago de una deuda insostenible, por la cual el principal generador de la misma, deambula por el mundo sin pagar las consecuencias.
También deberemos pensar, si queremos que la Argentina sea un país justo, libre y soberano, revirtiendo el daño institucional que han logrado causar en connivencia sectores judiciales y medios absolutamente hegemónicos; atentando contra la economía de la población con sentencias favorables a empresas de servicios; cercenando la participación popular y libre elección como ocurrió en décadas pasadas, o si por el contrario en nombre de la tan vapuleada palabra libertad, de la cual se apropian falsamente inescrupulosos representantes de la derecha permitimos que nos transformen en un país sin esperanza, sin derecho a reclamar, sin fondos para la asistencia social y nuestros jubilados, sin salud, tomando como receta lo único que conocen, los ajustes brutales hacia la población.